sábado, 26 de septiembre de 2015

De la España que fue una Isla, a la Isla que se hizo Europa


Hoy 26 de septiembre de 2015. Terminando los actos organizados en San Fernando en conmemoración del 205 aniversario del juramento por parte de los diputados de la Constitución española de 1812, la Pepa (cuando la ciudad fue capital de España por la invasión francesa del país), que se produjo a las nueve y media de la mañana del 24 de septiembre de 1810, en la Iglesia Mayor de San Pedro y San Pablo y los Desagravios, y en esta ocasión, trayéndonos a todos al paladar un más que agradable regustillo europeísta cargado de sabrosas connotaciones, y me explico:
            Me da miedo pensar lo que puede pasar mañana en Cataluña, pues ocurra lo que ocurra, será importante para los intereses de todos los españoles, y no solo para nosotros, sino para toda Europa, pues puede darse el caso de que por fin se cueza el huevo  definitivamente del temido nacionalismo exacerbado que promulga esos valores de secesión y separatismo que nos llevaría todos, cuanto menos, a un mar de confusión económica, política y de identidad. ¿Qué puede pasar? ¡Pues no lo sé, cojones…!, como dijera aquel, pero a pesar de no saberlo a ciencia cierta, preocupa lo que se intuye.
            Y frente a ese sentimiento extraño de inseguridad y miedo, sí, miedo, no un miedo como el que producía los atentados de ETA, sino un miedo más frio, un sentimiento sintético, casi metálico, complicado de explicar, pero  miedo al fin y al cabo, frente a ese desagradable sentimiento, esta avalancha de principios, de esperanzas, de planes de futuro cargados de buenas intenciones, de ilusiones que hemos vivido en estos día en San Fernando, emanadas de las palabras de José Carlos Díez, en su conferencia “El papel de Europa en la nueva economía”, el mensaje exquisito de Josep Borrell, que supo trasladarnos sutilmente desde San Fernando a Bruselas, y las pronunciadas por una Alcaldesa, Patricia Cabada,  que brilló de manera especial, iluminada por el  espíritu constitucionalista que sobrevolaba entre los muros de aquel teatro histórico, cuna de las libertades.  
            Toda una contradicción, lo que ocurre en Cataluña, con lo que ha ocurrido en la Isla de San Fernando en estos días, donde hemos respirado unión y progreso, donde hemos sido capaces de levantar los ojos para ver un poco más allá, allende nuestro horizonte, para entender que el nacionalismo no es un arma cargada de futuro, sino todo lo contrario, y que la solución pasa mejor por borrar las líneas fronterizas que algunos pretenden pintar, y en no construir muros.  
        Desde la Isla yo me he sentido, más que nunca, europeo, pero europeo de verdad, un sentimiento que va más allá de una simple  unión monetaria o política. Me he sentido ciudadano de la vieja Europa, Europa como patria, y me he sentido bien.
            ¡Qué bonito el himno de Andalucía!  que a tan a flor de piel llevo siempre, cuando dice aquello de  “Sean por Andalucía Libre, España y la Humanidad”. Ojala que de la misma manera se pudiera sentir en todos los pueblos de Europa ese sentimiento de unidad y de pertenencia cuando oyeran la Oda a la Alegría de Beethoven.
          Si yo tuviera poder, poder de verdad, os convocaría sin lugar a dudas a vivir en unión y en armonía, a superar esa trágica historia de un pueblo, el español, que ha malgastado la mayoría de los años de su historia en guerras que no nos han servido para nada, peleándonos con nosotros. Aquí cabemos todos, porque aunque seamos diferentes, somos lo mismo.


Ignacio Bermejo Martínez